Parte 4

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A medida que los días pasaban en la fortaleza de Drakon, Helena se encontraba cada vez más intrigada por los oscuros secretos que rodeaban el incendio. A pesar de sus esfuerzos por descubrir la verdad, las respuestas seguían esquivándola, ocultas en las sombras del pasado.

Una tarde, mientras paseaba por los jardines de la fortaleza, Helena fue abordada por Rorik, el leal lugarteniente de Drakon. Su expresión era sombría, sus ojos reflejaban una preocupación palpable.

"Helena, necesito hablar contigo", dijo Rorik, su voz grave y cargada de seriedad.

Helena asintió, sintiendo una punzada de intriga. "¿Qué sucede, Rorik? ¿Ha ocurrido algo malo?", preguntó, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Rorik la miró con seriedad, su mirada penetrante. "He descubierto algo que creo que deberías saber", comenzó, su voz grave y pausada.

Helena se inclinó hacia adelante, ansiosa por escuchar lo que Rorik tenía que decir. "¿Qué es?", preguntó, su voz apenas un susurro.

Rorik suspiró, como si dudara en compartir la verdad que había descubierto. "He estado investigando el incendio, y he encontrado pruebas de que fue provocado intencionalmente", reveló, su tono lleno de gravedad.

Helena se quedó sin aliento ante la noticia, su mente girando mientras intentaba asimilar la información. "¿Pero quién podría haber hecho algo así?", preguntó, su voz temblorosa por la angustia.

Rorik frunció el ceño, su expresión sombría. "Eso es lo que aún no he descubierto. Pero estoy seguro de que hay alguien entre nosotros que está tramando algo oscuro", respondió, su tono lleno de determinación.

Helena asintió, su mente zumbando con pensamientos y preguntas sin respuesta. Sabía que debía ser cautelosa, que no podía confiar en nadie completamente hasta que descubriera la verdad detrás del incendio que amenazaba con consumir la fortaleza.

Mientras se retiraba a su habitación esa noche, Helena se encontró atrapada en un torbellino de emociones y pensamientos. La sospecha y la desconfianza se arremolinaban en su mente, oscureciendo su visión del futuro incierto que la esperaba. Cada sombra parecía ocultar un secreto, cada mirada esquivaba la verdad que ella ansiaba descubrir.



Una noche, mientras caminaba por los oscuros pasillos de la fortaleza, Helena se detuvo frente a una puerta entreabierta. Un destello de luz provenía del interior, invitándola a entrar.

Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, empujó la puerta y entró en la habitación. Lo que vio la dejó sin aliento.

En el centro de la habitación, una figura se movía en las sombras, susurros de conspiración flotaban en el aire. Helena se quedó paralizada, incapaz de apartar la mirada mientras observaba la escena frente a ella.

"Creo que es hora de actuar", murmuraba una voz, apenas un susurro en la oscuridad.

"Estoy de acuerdo. La presencia de la chica representa una amenaza para nuestros planes", respondía otra voz, llena de malicia y desdén.

Helena contuvo el aliento, sus oídos captando cada palabra mientras las sombras conspiraban a su alrededor. Sabía que debía salir de allí y contarle a Drakon lo que había visto, pero algo la detenía.

Una sensación de miedo y desconfianza la envolvía, sus instintos gritándole que no podía confiar en nadie. ¿Quiénes eran esas personas y qué estaban tramando en la oscuridad de la fortaleza?

Con el corazón lleno de temor y determinación, Helena se alejó sigilosamente de la habitación, su mente girando con pensamientos y preguntas sin respuesta. Sabía que debía ser cuidadosa, que no podía confiar en nadie hasta que supiera quién estaba detrás de las sombras que acechaban en la fortaleza. 

Entre Dos MundosWhere stories live. Discover now