Capítulo 6

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Camila estuvo a punto de dar un salto. Entonces, una voz muy familiar le dijo al oído:

–Sabía que no ibas a ser capaz de quedarte en el coche.

–Lauren –jadeó ella, tambaleándose un poco–. Me has asustado. No te había visto.

–No fastidies. Pero todos los demás sí te hemos visto a ti, y a tu pequeño león.

Camila miró a Winnie, que se había quedado dormido a sus pies y estaba roncando a volumen máximo. Lo tomó en brazos. El perro se acurrucó contra su hombro y siguió durmiendo.

Y roncando.

–Un fiero perro de guarda –le dijo Lauren, al tiempo que la guiaba para alejarla de los puestos hacia el aparcamiento–. ¿Te has puesto mi sudadera?

–Sí, y tus gafas. Es mi disfraz.

Lauren movió la boca. Ella se dio cuenta de que, con total seguridad, se estaba riendo por dentro.

–¿Qué has averiguado? –le preguntó.

–Aquí, no.

Cuando volvieron al coche, ella recibió una llamada por Bluetooth.

–A las cuatro de la madrugada, mañana –le dijo Alec–. Armada.

–Recibido –dijo Lauren, y colgó apretando un botón que tenía en el volante.

Camila se quedó mirándola con fijeza.

Lauren siguió mirando la carretera.

–¿A qué se refería? –le preguntó ella.

–Al trabajo de mañana.

–¿A las cuatro de la mañana, armada? ¿Qué clase de trabajo es ese?

–La clase de trabajo del que no puedo hablar.

Ella suspiró e intentó apartarse el tema de la cabeza, pero sentía demasiada curiosidad.

–¿Es un trabajo peligroso?

Ella la miró de reojo, con cara de diversión.

Claro. Todos sus trabajos eran potencialmente peligrosos. Hacía poco tiempo, Alec había recibido un disparo. Y Lauren también había recibido un golpe en la nuca en un incidente terrible. Camila estaba pensando en lo diferentes que eran sus vidas, cuando ella tuvo otra llamada.

En aquella ocasión, era Taylor.

–Necesito ayuda con papá –le dijo.

Extrañamente, al oír aquello, Lauren se puso más tensa que con la llamada anterior. Paró el coche y desconectó el Bluetooth.

–¿Qué ocurre? –preguntó. Escuchó un instante y, después, se pellizcó el puente de la nariz–. Sí. Está bien. Yo me encargo.

Después, colgó y escribió un mensaje. Lo envió, esperó un minuto, recibió una respuesta, la leyó y volvió a enviar un mensaje, más corto en aquella ocasión. Después, arrancó de nuevo el coche.

Todo ello, sin decir ni una palabra.

Camila no pudo contenerse.

–¿Va todo bien?

–Sí.

–Esta conversación sería más satisfactoria si utilizaras más de una palabra a la vez –le dijo ella.

Lauren exhaló un suspiro.

–Mi padre tiene algunos problemas que hay que resolver –dijo, por fin.

A ella se le encogió el corazón.

–¿Necesitas que te ayude?

Lauren la miró de reojo.

KISS- CAMREN G!PWhere stories live. Discover now