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La historia está dedicada a Ray o Rossue (en FF y WP). ¡Feliz navidad! ❤❤

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La primera vez que lo vio estaba sentado en una mesa del fondo, con una computadora bajo sus dedos alargados que se paseaban por las teclas, escribiendo algún tipo de cosa.

Sus lentes parecían que caerían de su nariz y tenía el ceño fruncido, aún con ese gesto de molestia pintado en el cara Kuroo no pudo evitar pensar que era la persona más hermosa que sus ojos alguna vez pudieron haber presenciado.

Es por eso que no disimuló en nada su mirada y eso provocó que el chico rubio lo mirara, más hastiado de lo que ya se veía y Kuroo hasta pensó que se levantaría de su asiento sólo para apuñalarlo allí mismo en la cafetería.

Aunque eso no pasó -por suerte de un tanto temeroso pelinegro- el chico sólo volvió la vista a la pantalla y siguió escribiendo, más rápido que antes.

Si Kuroo fuera lo suficientemente inteligente se hubiera dado cuenta de que eso significaba las ansias del rubio por salir lo más rápido de allí y no tener que ver al tipo que lo perforaba con la mirada nunca más en su vida, pero claro, Kuroo era un tanto despistado y su mente pensó que eso significaba que estaba nervioso.

Nervioso al estilo cuando te gusta alguien y no sabes qué hacer, no nervioso al estilo de querer tirarte por una colina y rodar por toda la eternidad.

La segunda vez fue un poco menos desastrosa, esta vez el chico estaba parado en el mostrador del café, moviendo ligeramente los pies mientras esperaba su orden.

El pelinegro entró al lugar como si fuera su casa, moviendo agitadamente las manos y hablando fuertemente, junto con otros chicos los cuales eran igual de ruidosos que su compañero.

La tranquilidad que irradiaba el rubio se convirtió en un ceño tan fruncido que la señora sentada junto al mostrador pensó que se le caería la cara en ese instante.

Kuroo se calló inmediatamente cuando lo vio y para él, el tiempo pareció detenerse. Si alguien le preguntara qué sintió en ese instante él diría que fue como si te chocaras contra a una roca y volaran dulces por todos lados, lo que sea que significara eso.

Cuando la chica de la caja le entregó su latte y el rubio estaba a punto de largarse de allí, la mano de Kuroo en su brazo lo detuvo.

—¿Cómo te llamas?—preguntó, con la garganta seca y unas ganas enormes de recorrer la espalda del desconocido con sus manos.

—No hablo con extraños—respondió de forma cortante y tratando de zafar su brazo en vano.

—Pero eres demasiado lindo para que te deje ir sin saber tu nombre—el pelinegro se acercó a la cara del rubio, quien inmediatamente empujó su rostro -con bastante fuerza para sus bracitos-.

—Pues no pienso decírtelo, así que mejor muérete—luego, sonrió de forma socarrona y se soltó del agarre del pelinegro.

Se dio la vuelta, a punto de hacer una salida dramática, pero claramente ningún dios estaba del lado del rubio ese día.

—¡Tsukishima! ¡Al fin te encuentro!—la voz aguda de un pelinaranja se escuchó en el café y cuando los pasos pequeños se acercaron a Kei, éste pensó en lo divertido que sería darle bofetadas hasta la muerte a su amigo.

—Hinata, deja de gritar, ¿quieres? Hay personas despreciables escuchando—miro disimuladamente al pelinegro quien sonreía de una forma ladina, haciendo fruncir el ceño al rubio.

Hinata sólo los miró sin entender muy bien qué estaba pasando, pero simplemente sonrió y volvió a encarar a Tsukishima, llevándoselo de allí. 

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En un principio iba a subirlo como el one-shot que es, pero como soy cool(? decidí dividirlo en capítulos.

atte: Tsukkei

Pd: Pásense por el perfil de Rossue en FanFiction, sus historias son la gloria *-* 

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