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Los cuatro chicos se encontraban sentados en una mesa, alejada del barullo incesante de la gente del bar. Con un par de cervezas por aquí y un que otro cóctel.

Tsukishima trataba de no beber tanto, porque era su segunda vez bebiendo alcohol y prefería no terminar como la vez pasada, hablando incoherencias hasta por los codos.

Kuroo estaba sentado junto a él y los otros dos estaban frente suyo, haciendo una escena que en el fondo al rubio le pareció muy tierna.

Akaashi estaba limpiando la comisura de los labios de Bokuto, ya que éste estaba medio borracho y al beber casi tiraba todo al suelo.

—¿Hace cuánto son novios?—preguntó, aunque no supo si se dirigía a Akaashi o a Kuroo que comía una aceituna.

—No lo son—le contestó el pelinegro y se metió otra a la boca—. Aunque lo parecen, ¿verdad?

—La verdad sí, parecen una vieja pareja de casados—se burló medianamente y bebió con cautela de su copa.

—Yo creo que se aman pero no tienen claro si es como novios o como amigos, porque ya sabes, llevan juntos desde la preparatoria—mencionó y Kei quiso reírse en su cara por su teoría tan... de novela.

—¿Has estado leyendo mucho?

—Tal vez, tal vez me guste leer fanfics online.

—Y yo prefiero no preguntar sobre ese hobbie tuyo, me va a que esos "fanfics" son sólo una tapadera.

Kuroo lo miró sorprendido y soltó una risa ante la ocurrencia de su compañero.

—Tal vez lo parezca pero no pienso sólo en sexo—se llevó una mano al corazón e hizo un ruido que para él serían arpas sonando a lo lejos—. También tengo mi lado sensible y cursi.

—Me encantaría verte de ese modo.

—Mi casa es tu casa—se acomodó mejor en la silla y le dirigió una mirada de soslayo a los no-tortolos.

Una risita contenida se escapó de los labios del rubio y Kuroo lo miró curioso.

—No sabe lo que dice Sr. Dinosaurio, ustedes no vuelan—y volvió a soltar otra risa.

—¿Tsukki estás drogado?

—No idiota, sólo me gusta hablar sobre dinosaurios voladores—frunció el ceño y Kuroo se alivió de saber que su querido rubio no había aceptado algún polvo mágico en la calle.

—Me alegro, pero me gustabas más cuando no fruncías el ceño—dijo en broma Tetsuro, picando el entrecejo de su acompañante con su dedo índice.

—¿Ya no te gusto?—los ojos lagrimosos de Kei hicieron que Kuroo pusiera los ojos en blanco, completamente seguro de que nunca más llevaría al rubio a beber.

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