Capítulo 16

94 18 6
                                    

El trayecto duró una hora, y Lauren pasó aquel tiempo mirando a la carretera y mirando a Camila, que iba absorta en el paisaje, pensativa. Entonces, de repente, se giró hacia ella, y le preguntó:

–¿Tú nunca has estado enamorada?

Lauren se quedó sorprendida.

–Ah, así que ahora sí quieres hablar de sentimientos, ¿eh?

–¿Alguna vez respondes a alguna pregunta?

Lauren aprovechó la excusa de un adelantamiento para ganar tiempo.

–He sentido mucha lujuria por algunas mujeres –dijo–, y otras me han gustado mucho. Y, tal vez, podría haberme enamorado de algunas de ellas, pero siempre he salido corriendo antes de que ocurriera.

–¿Por qué?

–Porque enamorarse siempre tiene un precio.

–¿Y tú no estás dispuesta a pagarlo?

–No estoy dispuesta a que tenga que pagarlo otra persona –le dijo ella, corrigiéndola.

Había empezado a llover, y puso en marcha los limpiaparabrisas. El sonido rítmico que hacían en el cristal fue lo único que se oyó en la furgoneta durante un largo instante.

–¿Y tú? –le preguntó ella, en contra de lo que le decía el sentido común.

Camila se quedó silenciosa durante tanto tiempo que ella pensó que no iba a responder. Entonces, al final, le dijo:

–No se me da muy bien el amor.

¿Por qué? ¿Porque su madre siempre había puesto a los hombres por delante de ella? ¿Porque a su padre no le importaba lo suficiente como para llamarla con regularidad? ¿Porque su primer amor había estado demasiado tiempo haciéndole caso omiso?

Lo paradójico era que ella se merecía más el amor que cualquier otra persona.

–No es necesario que se te dé bien siempre. Solo la vez más importante de todas –respondió Lauren.

Ella se echó a reír.

–¿Qué es lo que te hace tanta gracia?

–Tú –dijo ella con un cabeceo–. Dándome consejos sobre el amor.

Al pensarlo, Lauren también se echó a reír.

–Bueno, sí, la verdad es que no soy precisamente una experta.

Pero se alegraba de haber oído su risa.

–Mi madre me dijo una vez que me enamorara de alguien que consiguiese que me sintiera como cuando tienes el teléfono al tres por ciento de batería y encuentras el cargador –explicó Camila, e hizo una pausa. Después, añadió–: El problema es que yo nunca dejo que el teléfono se quede al tres por ciento.

Lauren sonrió. Camila, también, pero finalmente suspiró.

–Las dos estamos un poco traumatizados en ese sentido, ¿no?

–Un poco, no, mucho –dijo Lauren, asintiendo.

Se quedaron en silencio un minuto.

–No te lo había preguntado, pero ¿qué pasó con Jim la otra noche, cuando me marché?

Ella hizo una pausa.

–¿Tiene algo que ver con el caso?

–No –respondió él con sinceridad.

–Interesante –dijo Camila–. Teniendo en cuenta que no te gustan las relaciones.

–No es que no quiera tener una relación –dijo ella–. Lo que pasa es que no puedo tener nada serio con nadie en este momento.

KISS- CAMREN G!PWhere stories live. Discover now