Chapitre 15.

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Léa

—Y dime Léa, ¿tú de donde eres? —preguntó Isabelle interesada.

—Soy de Niza, al sur de Francia.

—¡Oh! Yo estuve unos años trabajando allí, es una ciudad hermosa.

—Sí, es increíble —asentí sonriendo.

—Y me dijo Antoine que tu también eres deportista de Élite —dijo mientras daba un sorbo a su café—. Atletismo, ¿cierto?

—Sí —sonreí—. Fui subcampeona de Francia  hace dos años en 100 metros lisos y ahora me estoy preparando para las nacionales.

—¡Eso es genial! ¿Cuándo son?

—Este fin de semana —dije y me miró sorprendida—. Hoy tuve el último entrenamiento en el Centro de Niza, allí nos entrenamos cada día y los ojeadores de cada país vienen de vez en cuando a ver quiénes deben representar a su país en las competiciones —dije e hice una pausa para tragar saliva—. Al terminar Antoine y Paul me pillaron por sorpresa suplicándome si podía venir a verlos jugar, ya que mañana tengo el día libre para descansar y el jueves voy para París para prepararme con las demás compañeras francesas.

—Wow, semana ajetreada —dijo Isabelle riendo—. ¿Sabes si es solo femenino o mixto?

—Es mixto. Creo que primero compiten los chicos y luego las chicas.

—Tengo un nieto que le encanta el atletismo y quiere ser como Usaint Bolt... Me gustaría llevarlo a ver la competición.

—Pues si quieres te puedo conseguir entradas, hablaré con el organizador a ver si puedo hacer algo, y si no, te las compro yo —dije sonriendo.

—No, no, no, las entradas las compro yo, no quiero que gastes tu dinero en mi.

—No me importa en absoluto, ya te estoy agradecida por venir a ver la competición, además de que ese dinero será donado a familias necesitadas.

—Hola —dijo Antoine acompañado de un chico moreno.

—Hola —dijimos Isabelle y yo al unísono.

—El es Théo, mi hermano —Théo me saludó —, ella es Léa.

—Encantada.

—Igualmente.

—Vamos al entrenamiento, ¿vienes? —dijo Anto dirigiéndose a su hermano.

—No, gracias, voy a dejar las maletas a la habitación y además estoy cansado.

—Vale, ¿pues vamos Léa?

Nos despedimos de su madre y le acompañé hasta el autobús.

—Bueno, pues te espero allí —dijo Antoine sonriendo—, ¡nos vemos!

Y tímidamente depositó un beso en mi mejilla, haciendo que el color suba hasta ellas.

—¡Adiós!

Sonreí como una niña pequeña, como una niña a la que le acaban de dar su primer beso, como una niña... Inocente.                  

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Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now