Chapitre 21.

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Léa

—¿Ame que has hecho? —preguntó Nay alterada.

Y de repente se escuchó una explosión. Fuimos las tres corriendo hacia la cocina y el microondas había... ¿Explotado?

—¿Por qué hay palomitas por todos lados?

—Os quería preparar una sorpresa viendo alguna película y comiendo palomitas, pero se me fue la mano con el temporizador... —dijo Amélie mirando al suelo.

—Pues ahora la única sorpresa es limpiar todo esto, así que manos a la obra —mandó Nay y nos pusimos a recoger todo.

—Perdón, en serio, no era mi intención —se disculpaba Amélie mientras iba a por una escoba.

—No te preocupes, no tardaremos tanto.

  [...]

—Gracias por ayudarme chicas —agradeció Nay.

—Yo te pago el microondas —dijo Amélie.

—Gracias —sonrió y miró la hora —. Ya son las once, si que hemos tardado. ¿Os quedáis a dormir?

—Yo le dije a Anto que me iría a dormir con él, además, ya puso el edredón.

—Seguro que es una escusa —rió Amélie—. Vete ya que seguro te está esperando. Yo me quedo contigo.

—Perfecto, ¿vemos alguna película? —preguntó Nay.

—¡Si! ¿Tienes Animales fantásticos y donde encontrarlos?

—¡Claramente! —respondió Nay.

—Bueno yo me voy ya. ¡Nos vemos!

—¡Chao!   

 [...]

—¡Anto, soy yo! —dije tocando la puerta.

—Hola —dijo Anto bostezando—. Pasa, pasa.

—¿Te he despertado?

—No, pero estaba apunto de dormirme. ¿Donde estabas?

—En la habitación de Nay. El microondas explotó y nos tuvimos que quedar limpiando —me miró extrañado—. Amélie y sus sorpresas...

—Eso ya es más normal —rió—. ¿Quieres irte a dormir ya?

Asentí y fui a por mi pijama.

—Me voy al baño a cambiar —le advertí a Anto.

—Vale, tranquila, no voy a entrar —dijo riendo.

Me cambié y me metí en la cama con Anto.

—Te he puesto el edredón —dijo girándose, quedándonos frente a frente.

—Muchas gracias —dije acariciando su mejilla levemente.

Él sonrió y me giré, quedando de espaldas a él.

—¿Por qué me das la espalda?

—Estoy cómoda así, y tengo frío—dije tapándome hasta arriba con el edredón.

—Puede que así entres en calor más rápido.

Antoine pasó su brazo alrededor de mi cintura y me estrechó hacia él, el color subió hasta mis mejillas y al parecer Anto lo notó. Me dio un beso en la mejilla y susurró un "buenas noches".

 [...]

—Léa... Léita... Lay... Li-li... —susurraba Anto mientras me movía lentamente.

—¿Qué pasa...? —dije dándome la vuelta y tapándome entera con el edredón.

—Tenemos que bajar a desayunar pequeña, son las nueve y yo tengo que ir con el equipo —susurró Anto y noté como se sentaba al lado mío.

—Pero yo no, así que técnicamente puedo ir dentro de un rato —dije soltando una risita.

Anto rodó los ojos cansado.

—Me tienes que obedecer —dijo imponiendo autoridad.

—Perdón papá —dije riendo.

—Pareces una niña pequeña —sonrió Anto tiernamente—. Pero tenemos que ir a desayunar.

—No tengo hambre.

—Si que tienes.

Anto me quitó el edredón y me empezó a hacer cosquillas por los abdominales, a las cuales no me pude resistir. Empecé a reír y a dar vueltas por toda la cama suplicándole que parara.

—Vale, ya voy, ya voy —me rendí al fin.

—Tus abdominales están muy duros —rió Antoine—. Que envidia.

—Ni que tuviese tanto —levanté un poco mi camiseta y me toqué la barriga.

—Te ves muy linda recién levantada, ¿sabías? —dijo Anto cambiando de tema.

Me toqué el pelo y me acordé de que seguramente estaría horrible, así que me fui corriendo al baño a lavarme la cara y a peinarme.

—Sigues igual de linda —sonrió Anto cuando salí del baño—. Hay que bajar ya a desayunar si no nos quedamos sin comida.

—Esta bien, ya voy —cogí la poca ropa que me quedaba y me fui a cambiar.

 [...]

—¡Buenos días! —exclamó Nay.

—Buenos días —dijimos Anto y yo al unísono.

—¿Qué tal durmieron?

—Bien —respondió rapidamente Anto para evitar las preguntas —. ¿Ustedes?

—Bien, bien, aunque Morata nos dio la noche. No paraba de llamar a Nay para ver como estaba —comentó Amélie mientras bostezaba.

—¿Pero Morata no se queda a dormir aquí?

—Sí —respondió Nay—. Pero me dijo que iba a visitar a un amigo.

—Yo voy con los demás compañeros, venir a desayunar cuando queráis —comentó Antoine y se despidió de nosotras.

—¿Ese no es tu hermano? —se volteó Nay.

—Si... ¿Y ese no es tu novio? —preguntó Amélie.

—¡Ah claro! Jugaban los dos juntos —dije obvia.

—Hola amor —se besaron Nay y Álvaro—. Este es mi amigo Paul, Paul esta es mi encantadora novia Nay.

—Encantada, tú debes ser el hermano de Amélie —dijo la venezolana dándole dos besos.

—Si, encantado.

Mientras charlábamos con Álvaro y Paul me llegó un mensaje al móvil, de un número desconocido.

Fruncí el ceño y levanté la mirada. ¿Podría haber alguien más mono?

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now