Chapitre 61.

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Léa

Aterricé en Madrid sabiendo a lo que me debía enfrentar ahora. No obstante, lo que no sabía era que Saúl venía a recogerme.

—Me lo ha ordenado Nerea —Saúl alzó ambas manos, simulando que era inocente.

—Seguro que sí.

—Te lo juro —me dio un abrazo—. Felicidades por el puesto en las Olimpiadas.

—Muchas gracias.

Saúl se ofreció a llevar mi maleta hasta el coche.

—¿A donde te llevo, señorita?

—No me queda otra que ir a casa —resoplé.

—Antoine no está en casa, tranquila —Saúl arrancó el coche—. Amélie movió hilos y ahora se encuentra Paul viendo el partido. Cuando termine lo entretendrá.

Reí.

—¿Y tú no juegas?

—Tarjeta roja.

Volvimos a reír.

—¿Y mi hijo?

—Con la hermana de Nerea. Esa ha sido una de las razones por la cual me ha echado.

Ambos soltamos una carcajada.

—¿Qué tal todo por aquí?

—Están todas nerviosas. Hoy son los preolímpicos de Barcelona. Son de las primeras en competir.

—¿Y por qué Paul no se fue con su hermana? No se, me parece más importante eso. Al igual que no se porque tú no fuiste a Barcelona.

—Amélie le habrá dicho cuatro cosas y se habrá quedado calladito. Y lo segundo, Simeone me ha tenido con los entrenamientos hasta el cuello.

—Como abusa de su hermano... —susurré.

Tras unos minutos más, llegamos a mi casa. Agradecí a Saúl por venir a recogerme.

—¡Espera! —exclamó. Retrocedí hasta el coche—. Casi se me olvida. Mañana prepárate, tendrás un día movidito.

—¿Cómo?

—Me han dicho eso. Ponte un vestido color pastel. ¡Adiós!

Saúl se fue rápidamente. Yo negué varias veces.

Entré en mi casa y Hookie vino corriendo a saludarme. Le acaricié y él se revolcó por el suelo.

Subí a mi habitación y deshice la maleta. Al terminar, intenté contactar con alguna de las chicas, pero ninguna contestaba.

Bajé al salón de nuevo y me acosté en el sofá. Eran las once de la mañana, y yo no había podido dormir nada.

Primero puse una serie: Tiempos de Guerra. Ya la había visto, y eran una de los favoritas, sin embargo, eso no impidió que me quedase dormida.

De vez en cuando abría los ojos, intentado no dormirme, para que cuando llegase Antoine, yo estuviese despierta para solucionar todo lo del otro día.

Aunque, siendo sincera, me estaba replanteando seriamente lo de la custodia compartida.

Dejé de concentrarme en la película, y me dormí. No podía retenerme más; el viaje y las carreras me habían dejado agotada.

[...]

Me desperté por varios gritos. Miré a mi alrededor pero no había nadie.

Sin embargo, en la entrada se encontraba el carrito de Adrien, con lo cual, ambos estaban en casa.

—Buenos días —susurraron detrás mía. Pegué un ligero salto—. Te he preparado un zumo de naranja.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now