Chapitre 38.

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Antoine

En su día un hombre sabio dijo: “La infancia es la más bella de todas las estaciones de la vida” y eso lo pude afirmar con tan solo ver la cara de mi chica. Los ojos se le achinaron y su sonrisa se volvió más brillante que nunca. Bajo la máscara de Superwoman se podía contemplar sus claros ojos iluminados por la gran bola de discoteca que adornaba la pista de baile.

Se paró a hablar con sus amigas mientras yo la seguía con la mirada. La capa se la había recogido para no tropezarse y Gabrielle le ayudó a ponerse bien el logo.

Pude ver como Léa se burlaba de ellas por no contarles nada y mentirles. Sonreí divertido y esperé a que mi Superwoman se diera la vuelta y se dirigiera a mi con una sonrisa triunfante.

—¿Preparada para salvar el mundo? —pregunté abrazándola.

—Eres el mejor, enano.

Me sorprendí ante su apodo. Nunca me había llamado así y solo había oído esa palabra salir de su boca cuando hablaba de su hermano, e incluso en cartas o notas que había en su corcho.

Léa ignoró por completo mi reacción y me besó con ansias.

—¡Buscaros un hotel! —exclamó Marc, pero Gabri le dio un ligero codazo.

Reí por el comentario de Marc, porque era verdad; la segunda parte del plan era ir al hotel más cercano y pasar una noche alocada o relajada.

Agarré a Léa de la mano y la saqué a la pista de baile. Después de bailar algunas canciones, comenzó a sonar Hotline Bling.

You used to call me on my cell phone.
Late night when you need my love.
Call me on my cell phone.
Late night when you need my love.
And I know when that hotline bling.
That can only mean one thing.
I know when that hotline bling.
That can only mean one thing.

Sin duda no faltó el gesto que hacía en cada partido y representaba muchas cosas para mi, entre ellas, la igualdad.

Después de bailar durante cuarenta y cinco minutos decidimos sentarnos a tomar algo. Fuimos a la barra y las tripas de Léa comenzaron a sonar.

—¡Que tonto soy! —me lamenté—. Se me olvidó ese pequeño detalle.

Ya eran las cuatro de la tarde y no pensé en que Léa no había almorzado.

—No te preocupes, me tomaré algo aquí y listo.

Léa sonrió convencida, pero yo me seguía sintiendo mal.

—No me va a pasar nada por no almorzar —besó mi mejilla y se fue a por la bebida.

Mientras esperaba a mi novia veía como estaba el ambiente en la fiesta. Si hablábamos de noches alocadas, la de Álvaro y Nairylein sin duda sería una de ellas. Amélie y mi hermano reían y “bailaban” juntos, porque desde luego, ni a la alemana ni a Théo se les daba bien esa especialidad. Los uruguayos Lucía y Josema bailaban junto a mis compatriotas Gabrille y Marc. Saúl y Nerea estaban en la barra con Léa. Saúl se comía con la mirada a Nerea, estaba esperando a ver la reacción de la griega al escuchar la propuesta del español.

Alguien me dio una colleja y se sentó delante mío.

—Recoge la caña hermanito —rió Théo.

—¿Les digiste a papá y a mamá lo de esta noche? —pregunté buscando a Léa con la mirada.

—Papá y mamá se han ido de casa hasta la noche, dicen que tienen que disfrutar. No me extrañaría llegar a casa y escuchar gemidos.

Los dos nos miramos extrañados e hicimos muecas de asco.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now