Chapitre 67.

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Léa

—Dos días cariño, ¡dos días!

Solté una carcajada al oír a mi madre tan contenta. Apoyé el teléfono entre mi hombro y mi cuello, permitiéndome así organizar la ropa que necesitaría para mañana.

—Y parece que fue ayer cuando empezaron los Juegos, ¡o cuando comenzaste a correr! —exclamó mi madre emocionada.

Gabrielle entró a la habitación acompañada por Tya y Valérie. Esta última venía cargada con un paquete enorme. Lo dejó caer en la cama y soltó un suspiro, cansada.

—Sí, mamá —respondí volviendo a la conversación con mi madre—. ¿Estarás en el Estadio?

—¡Claro! Estaremos todos.

Sonreí internamente. Volví a mirar a mis compañeras, las cuales sacaban con suma rapidez ropa de color azul con algunas rayas blancas y rojas envueltas en plástico.

—Hija, ¿sigues ahí? —cuestionó mi madre—. No pareces estar contenta.

Meneé la cabeza.

—Sí, perdón. Mamá, te llamo luego, nos acaban de entregar el equipo para las finales.

—¡Hasta luego!

Mi madre colgó. Me quité el móvil de la oreja y guardé mis tenis de nuevo en la bolsa.

—¿Qué traéis? —pregunté esbozando la sonrisa. Pese a que me suponía la respuesta, quería asegurarme.

Gabrielle rompió el plástico y de el sacó un top y unos pantalones cortos con los colores de la bandera francesa. En cada tira se podía observar una firma bastante peculiar.

Gabrielle me miró, esperando una respuesta por mi parte. Yo fruncí el ceño y me fijé mucho más en la firma.

—Es de Víctor —respondió con tranquilidad Tya, adivinando así mi pregunta—. Ha querido que corriéramos la final con algo que nos representara realmente y no ser unas simples atletas francesas.

—Es increíble.

Gabrielle sonrió e introdujo su mano de nuevo en el paquete. Sacó otra bolsa con el mismo equipo.

Me lo tendió y yo lo observé, primero por fuera, y luego por dentro. Abrí la bolsa con energía y los saqué casi sin poder creérmelo. Me encantaba cada detalle de este.

—Aunque es muy poco probable que esté mañana —completó Valérie. Elevé la vista del equipo y la miré inquieta—. Ha surgido un problema con Aaron.

—¿Él está bien? —cuestioné preocupada.

—No lo sabemos —susurró Gabrielle. Desvió la mirada al suelo, evitando mi siguiente pregunta.

—¿Está bien? —volví a repetir, mirando esta vez a Gabrielle.

Ella seguía con la mirada en el suelo, esquivando la mía. Rodé los ojos. Gabrielle no podría seguir ocultándome cosas a estas alturas.

Alguien tocó ala puerta seguidas veces. Valérie fue a abrir y pude ver la figura de Margot reflejada en el espejo.

—¿Ya estáis listas?

—Sí —respondimos.

Guardamos de nuevo el equipo en la caja. Me acerqué al pequeño escritorio de madera pegado a la pared, donde había dejado mi bolsa.

—En cinco minutos sale el autobús.

Margot abandonó la habitación y cada una cogió lo que necesitaba. Por último, guardé el móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now