Chapitre 51.

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14 de julio 2018

Léa

¿Sabéis ese día que nunca, en la vida, os vais a olvidar de él? Ese día que lo habéis disfrutado y divertido, y que generalmente lo llamáis como: “el mejor día de mi vida”.

Lo mío es completamente lo contrario.

Me siento hecha polvo y destrozada; desganada, incompleta. Me hizo falta, me hace falta, y me hará falta siempre. Me hace falta él. El único chico que nunca me soltó y que jamás se derrumbó. Me gustaría llamarlo por el término “es la persona más fuerte del mundo”. Sin embargo, eso solo quedó en era.

Una pena que nunca se lo pude devolver; jamás se lo agradecí lo suficiente, y en parte, su muerte es culpa mía.

A veces pienso que yo me merecí la muerte y no él. ¿Qué se merecía un pobre chico de veinte años? Absolutamente nada. Su carrera despegaba y él estaba al mando de todo. De todo, menos de lo ocurrido la noche del 14 de julio de 2016.

Veinte años de vida se dice muy rápido. Sin embargo, lo que si fue rápido fue el crimen con el camión a noventa kilómetros por hora.

Desearía poder volver atrás en el tiempo y remediar el pasado. Creer en que todo era una broma y una simple pesadilla. El problema está en ver la realidad tal cual es.

Como cada año (y como le había prometido a mis padres) fuimos a almorzar todos juntos. Este año no aparecieron ni mis dos tías ni algunos de mis primos. Lo entiendo, ya que la mayoría eran muy pequeños para entenderlo verdaderamente y otros ni siquiera habían nacido.

También llevé a Antoine. Pensé en que se llevaría bien con mi familia.
En cuanto a su familia, se quedaron toda la mañana en la playa.

Cuando llegamos al local noté a Griezmann algo nervioso. Le aseguré que no se debía preocupar ni mucho menos.

—Tus padres... Bueno, ya sabes... Lo que pasó antes de... —Antoine intentaba hablar, pero las palabras no las ordenaba.

—No saben nada.

—¿Nada de nada?

—Nada de nada.

Antoine suspiró. Rápidamente entramos al local y nos sentamos en nuestra mesa. Se nos había hecho muy difícil encontrar un restaurante abierto en este día.

—Hola mamá —susurré detrás de ella.

Ella se volteó y no tardó en abrazarme. Al separarme de ella, mi padre me dio dos besos.

—Hola Antoine —sonrió mi padre, transmitiéndole seguridad.

Se saludaron y nos sentamos en nuestra mesa.

—Y bueno, ¿qué tal el tema del bebé? —se interesó mi madre.

—Genial —me apresuré en decir—. Como ya te dije, es niño.

—Y dime, lo de los dolores, patadas... ¿Todo bien? —preguntó mi padre.

—Sí. Hace poco empecé a notar un dolor en la espalda, pero nada más.

—Me alegro que todo vaya como lo previsto —sonrió mi padre—. Y bueno, Antoine, sentimos la derrota en el Mundial. Igualmente estamos muy orgullosos de todo lo que habéis hecho.

Antoine se lo agradeció con una tímida sonrisa. En seguida vino el camarero para salvarnos del silencio incómodo. Pedimos y no tardaron en traernos la comida.

[...]

—Ha sido un placer tenerte aquí, Antoine. Disfruta de Niza.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now