Chapitre 41.

664 51 8
                                    

Léa

Los demás países salían de uno en uno al ritmo de Zara Larsson; la escocesa dirigía a la orquesta.

Al salir todos, levantaron unos mosaicos con las banderas de cada participante. Y para concluir, unos aviones sobre volaron el cielo madrileño desprendiendo vivos colores, como el rojo y el amarillo, sobre nosotros.

Poco a poco fuimos abandonando el campo y las atletas se dirigieron a las gradas e incluso algunas a sus casas. Antes de irme les deseé buena suerte a todos.

Me dirigí a mi zona y busqué a Antoine entre las miles de cabezas.

De repente noté unas manos alrededor mía y me sobresalté. Me giré y vi a mi madre llorando.

—Mi hijita —dijo llorando—, te extrañé mucho. Estás sana y salva, menos mal mi amor.

—Todo está bien, mamá —sonreí. Ahora se intercambiaban los papeles.

Saludé a mi padre que venía detrás y con cuidado buscamos nuestros asientos.

Mi madre no me soltó la mano hasta que llegamos. Tras varios minutos me separé un momento de ellos y les indiqué sus asientos.

Me acerqué a Antoine que, se encontraba de espaldas, y le agarré de los mofletes, pegándole un susto. Me incliné hacia él y besé su mejilla.

Agarró mi mano y me indicó mi asiento. Me senté junto a él y me abrazó. Saludé a su familia y a los Lebranc presentes.

—Léa —me llamó mi suegra. Me incliné hacia delante pudiendo verla mejor—. ¿Tu madre está mejor?

—Se está recuperando —admití—. Ha roto en llanto nada más verme.

Ella asintió y me sonrió.

Seguidamente dirigí mi vista a Hugo, el cual me miraba embobado.

—¡Hugo! —exclamé sonriente.

Él se levantó y se acercó a darme un abrazo.

—¡Mira, mira! —exclamó el pequeño. Se dio la vuelta y se señaló la camiseta—. ¡Lleva tu nombre!

—¡Me encanta! —me hice la sorprendida y lo senté en mi regazo—. Mañana empieza lo mejor.

Él asintió y ondeó su pequeña bandera. El locutor habló y advirtió que los atletas se fueran preparando. Hugo se revolvió y yo lo volví a dejar en el suelo.

Empezaron con las carreras y con el lanzamiento de discos. Estábamos muy pendientes a los franceses, pero más en Raphaël y en Léonard, que competían en 400 metros vallas y en salto de longitud.

Al cabo de unos minutos incluyeron el salto de pértiga y más tarde el salto de longitud.

Las carreras de velocidad habían concluido rápidamente; aspirando al título varios franceses. Solo quedaba medio fondo y fondo para dar paso a los saltos.

Nuestra atención se la llevó Léonard al nombrarlo por los altavoces. Aplaudimos los más fuerte que pudimos y todos coreamos su nombre.

Dio varias zancadas hasta al indicador. Durante el salto pasó sus piernas por delante de su torso y cayó en la marca de 8,75 metros. El juez levantó la bandera roja, dando por nulo el salto.

Todos nos levantamos y empezamos a insultar y a gritar al juez.

—¡Está sobre la línea! —grité enfadada.

Léonard se levantó de la arena y pidió el ojo de halcón. Víctor también saltó al campo indignado y tranquilizó a Léonard, que dentro de poco se comería al juez.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now